Estado de impermanencia.
Suspendido por el vértigo un ser se sostiene en su fragilidad. Un cuerpo tenso y precario se enfrenta a la gravedad, igual su alma. Cada uno, cuerpo y alma, se resisten, se desdoblan, se tambalean incluso cuando están a punto de romperse.
La luz se transforma cuando choca con las imágenes monocromáticas de ese cuerpo que se disuelve hasta la transparencia.
Se hace urgente hurgar, si eso es posible, las juntas invisibles de ese ente en crisis que explora la fragilidad en los límites de la propia vulnerabilidad y en la inmanencia de su alma que se proyecta hacia el vacío mientras gira en su propio trance.